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La seguridad... un asunto humano
 
VSantivirus No. 443 - Año 5 - Lunes 24 de setiembre 2001

La seguridad... un asunto humano
Por Redacción VSAntivirus

Luego del ataque terrorista a los Estados Unidos, mucho se ha hablado (y también se ha hecho), para aumentar el nivel de seguridad en los aeropuertos.

Una de las tecnologías que más ha estado en el debate de los expertos, es la denominada biométrica, aquellas técnicas que utilizan tanto la biología como la electrónica en forma combinada. Desde hace bastante tiempo estas tecnologías dejaron de ser solo parte del argumento de películas.

Al día de hoy, existen, desarrolladas en mayor o menor grado, algunas variantes sobre el tema.

Las huellas digitales, combinadas con la geometría de las manos, es una de las más comunes.

El examen del iris del ojo humano y el reconocimiento facial, son otras.

La biométrica es usada principalmente para dos propósitos. Uno, identificar a una persona comparando sus rasgos biométricos con una base de datos. El otro, es comprobar que la persona es quien dice ser.

Todas estas técnicas pueden usarse para esto último, pero solo las que manejan rasgos característicos y únicos, pueden ser empleadas para la identificación. Uno de los ejemplos más comunes son las huellas digitales. Técnicas más sofisticadas, son el examen del iris y el reconocimiento facial.

Esto puede ser utilizado muy bien en el control del acceso autorizado a lugares críticos, e incluso a lugares públicos como los aeropuertos.

Sistemas como la geometría de las manos, que miden la forma, tamaño e incluso huellas, ya son usados para controlar el acceso de personas a los aeropuertos, oficinas, fábricas, plantas nucleares, edificios gubernamentales, etc.

Esto se combina con alguna técnica más convencional de comprobación de identidad, una tarjeta por ejemplo. Todo ello se compara con el examen biométrico de las manos, tarea que perfectamente puede ser realizado por una computadora.

En el futuro, podrían hacerse que los pasaportes combinaran esta técnica en si mismos.

Sin embargo, existe el factor humano en todo esto.

El año pasado, en los EE.UU se realizaron pruebas con técnicas similares, en 83 aeropuertos. Los intentos de llegar a áreas seguras tuvieron éxito en el 31% de los casos, y solo en uno se impidió el acceso a los aviones a los inspectores.

El informe publicado después, revelaba que la mayoría de las violaciones a la seguridad se debían a algo tan simple como no asegurarse que las puertas quedaban perfectamente cerradas, o permitir a los amigos acceder a áreas restringidas.

La biométrica nada podría hacer con eso. Una de las soluciones al respecto fue imponer multas de más de 10.000 dólares cada vez que se detectaba una de estas acciones.

La técnica de examen del iris, se ha estado usando desde hace años en bancos, y en decenas de cárceles en los Estados Unidos. Esto identifica tanto a prisioneros, como a personal o a visitantes, para saber quien puede entrar y quien salir.

En los bancos, puede asegurar que la persona que retira una suma es quien dice ser. Este tipo de examen identificatorio, no requiere una comprobación como una tarjeta por ejemplo. Los datos obtenidos del examen, son únicos para cada individuo. La ventaja es que no hay que insertar ninguna tarjeta, ni recordar códigos de largos números.

En los aeropuertos, esto puede hacer que se identifique al pasajero o al piloto con quien dice ser. Pero los terroristas del ataque del 11 de setiembre usaban sus propios nombres y sus propios pasaportes. Este tipo de técnica hubiera sido inútil.

El reconocimiento facial tiene la característica que puede hacerse sin que la persona sepa que está siendo identificada. Basta su imagen en alguna de las cámaras de vigilancia, para que con un software adecuado, se compare su rostro con el de otros miles guardados en una base de datos.

Sistemas basados en esta técnica, se emplean en estadios de fútbol de Gran Bretaña y en otras partes del mundo, para identificar a los hinchas que causan disturbios. Ya existe en Islandia un aeropuerto que utiliza también esta técnica.

En el caso de los terroristas que acabaron con las torres gemelas, existieron tomas de video de al menos uno de ellos. Si hubiera estado disponible una base de datos y la tecnología para comparar la información, se hubiera sabido que alguna de esas personas estuvo en el lugar del atentado al USS Cole el año pasado, aseguran algunos expertos.

Sin embargo, para otros analistas, esto hubiera sido irrelevante, desde que la mayoría de los atacantes suicidas (salvo dos) no tenían antecedentes como terroristas y mucho menos eran sospechosos de algo.

Otra técnica relacionada, es un examen avanzado del equipaje y las pertenencias de los viajeros que abordan los aviones. Existen técnicas para ello. Pero una vez más, el factor humano juega un papel decisivo. Basta una distracción para que un arma pase desapercibida. El examen de cientos y hasta miles de maletas por día, lleva a la natural distracción, por más disposición y profesionalismo que un individuo pueda aportar a su trabajo.

De todos modos, quienes secuestraron los aviones para su acto suicida, no usaron armas que pudieran haber sido detectadas. Ni siquiera las llevaban consigo, usaron cuchillos de plástico que son comunes en las aerolíneas.

Otra técnica, que ha sido desde sus orígenes, fuertemente criticada por grupos defensores de las libertades, consiste en seleccionar a los pasajeros para distintos procedimientos de seguridad, de acuerdo a su historial de viajes, que incluye destinos, antecedentes, etc. Esta información, guardada en computadoras, puede ser chequeada al expedirse los pasajes, o al arribar al aeropuerto. La crítica de los defensores de los derechos de las minorías étnicas o nacionalidades, siempre se ha enfrentado a esta técnica.

En estos días, se ha hablado incluso de extender este tipo de vigilancia lejos de las áreas donde se supone pueden ser observados. En Boston, algunos de los terroristas del último ataque, dicen tuvieron una discusión en el estacionamiento del aeropuerto. Pero otra vez se estaría violando las libertades y los derechos a la privacidad de ciudadanos comunes.

Si es tan difícil descubrir a un terrorista en tierra, ¿puede hacerse algo en el aire para que secuestrar un avión no sea tan sencillo?. Una de las sugerencias, era hacer que en caso de un secuestro, un avión pudiera ser controlado a la fuerza desde tierra. El problema para muchos especialistas, es que controlar un avión por computadora, vía remota, también abre un nuevo terreno para que los ataques pudieran hacerse desde un PC, sin siquiera abordar el avión o concurrir al aeropuerto.

Para muchos pilotos profesionales, el implementar tecnologías para impedir que la orden de aterrizaje de un piloto pudiera ser anulada, o buscar formas de controlar las naves para que no puedan acercarse a edificios o ciudades, entran en el terreno de la ciencia ficción.

Lo más cercano a todo esto, es impedir el acceso a las cabinas. Sin embargo, también deberían prepararse psicológicamente para que pasajeros o tripulación fueran asesinados si no se habilita este ingreso.

El otro problema, es que alguna de estas técnicas, pudiera crear un falso sentimiento de seguridad, hasta que no se pruebe en el terreno de la vida real. Los arquitectos de las torres gemelas habían previsto el choque de una avioneta contra ellas. Jamás pensaron ninguna protección para el choque casi simultáneo de dos gigantescos aviones de pasajeros cargados de combustible.

Más allá que la realidad supere a la ficción, no importa lo que avance la tecnología, siempre influirá el factor humano en su aplicación. Cómo en el terreno de los virus de computadoras, no importa la protección o las técnicas que usemos, si hacemos doble clic sobre un archivo que creemos inocente, "porque lo mandó un conocido y no pensé que..."

Sumado a la crítica debilidad de la confianza humana, lo terriblemente cierto, es que posiblemente ninguna tecnología pueda neutralizar la amenaza del terrorismo.

Y posiblemente, tampoco la guerra, por más sofisticadas técnicas que se usen, pueda hacerlo.

(Este artículo está basado en información publicada en "The Economist" de setiembre de 2001)

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