COMUNICADO PUBLICO DE CARLOS MESA (CONDE) EN LISTAS DE DIFUSION
¿Qué pasó el viernes 4 de julio? Pues que sencillamente arrestaron a J.N., uno de los hasta ese momento vocales de la AIH. Yo recibí una llamada telefónica del sargento A.C. preguntándome dónde me encontraba. Eran las tres de la tarde. No esperaba lo que sucedería después. Nos vimos y lo vi muy serio.
- ¿Qué ocurre, Alfons?
- Que hemos arrestado a J.N.
- ¿Pero por qué?
- Por el asunto Gencat.
Me callé. Independientemente de si J.N. tenía algo que ver con ello o no, me preguntaba qué tenía que ver yo en toda esa movida. Me introdujeron en un coche y pusimos rumbo hacia donde estaba ubicado el servidor de correo de la AIH. Por el camino me estuvieron poniendo al corriente. Al parecer, tenían pruebas concluyentes de que J.N. y otro miembro de Vilahack habían accedido a la mentada web. Se basaban en los logs personales de navegación de ambos.
Por lo visto, debían tener sus líneas "pinchadas".
¿Y qué pintaba yo en todo aquello? Pues que el mismo día que se produjo el acceso, se remitió un correo electrónico a Hispamp3, con una especie de nota de prensa que luego se publicó. El correo electrónico tenía la extensión @infohackers.net, y justo la IP del servidor de correo se encuentra en una ADSL gestionada con Telefónica a mi nombre.
Llevaban una orden judicial. Nada más llegar, les mostré el servidor de correo. Querían saber cómo acceder al contenido de esa cuenta. Lo cierto es que para el software del servidor de correo, eso es imposible incluso para el administrador. Los e-mail se encuentran encriptados en CRAM-MD5. Entonces fueron a por los logs. ¿Dónde estaban los logs? Tampoco les servía de nada, ya que el sistema borraba los logs de forma automática al llegar el 31 de diciembre, cuando ellos sólo estaban interesados en una fecha concreta de octubre del 2002. Aún así, desmontaron el disco duro; más bien, lo extrajeron porque se trataba de un hotswap.
Pero ahí no iba a terminar la broma. Estaban representando su papel. Me dijeron que J.N. había dicho que yo era el verdadero culpable del acceso no permitido a la web de la Gencat. ¡No podía dar crédito a lo que oía! ¿Pero cómo era eso posible?, partiendo de alguien a quien yo había depositado toda mi confianza.
Me arrestaron a mi también. De nuevo en el coche y raudos hacia las dependencias de los Mossos. Fue un trayecto donde pude escuchar más cosas que me dejaron perplejo. Evidentemente no creía que J.N. hubiera dicho nada de mí, porque jamás tuve nada que ver con el delito del que hablaban. Pero, claro, oí nombres y apellidos, y situaciones explicadas por J.N. a los Mossos, que me dejaron más estupefacto. ¿Qué tenía que ver todo aquello con la AIH? ¿Por qué me daban detalles de situaciones que nada tenían que ver con ese supuesto delito?
Según los Mossos, yo sólo tenía que declarar y saldría a la calle en un momento. Me lo creí, aunque luego vería que todo era mentira. También me dieron a entender que el arresto se debía a las pruebas presentadas por un confidente, un soplón que por lo visto les había dado mucho trabajo en éste y otros casos. Me dieron su nombre. Días más tarde, otras fuentes me confirmaron esto mismo.
Recordé lo que le había sucedido a un socio de la AIH tiempo atrás. A.G, alias L. Sí, ese de Ispaxack o algo así, el que vive del cuento por ese caso que le dio la popularidad. Pues bien, L. Había amenazado a ese socio para obtener unos correos de la lista de distribución interna de la AIH. Por lo visto, L. pensaba que todos estábamos incriminados en lo mismo. No obtuvo nada, claro. El socio tampoco se apabulló, en todo caso L. añadió un nuevo enemigo a su larga lista.
Otra vez estaba L. implicado en algo que nos concernía. Siempre L., el tío más prepotente que he conocido. Para botón de muestra, un ejemplo. El tal L. tenía una conferencia este fin de semana en el recinto ferial de Vigo. El amigo comienza su ponencia con una frase abrumadora. "Vosotros (dirigiéndose al público asistente) no tenéis por qué preocuparos de la seguridad informática, porque sois simples usuarios de Word y Office, pero yo que tengo en mi portátil datos muy confidenciales...". Nada más soltar estas palabras, un grupo de usuarios de Linux se ha levantado y ha abandonado la sala.
Este es L. Cuando lo conocí, nos encontrábamos en el coloquio de una radio. Lo presentaron como el gran hacker, el hacker de élite, porque según sus palabras: "Yo soy hacker porque los demás me llaman hacker". Y muestra una enorme sonrisa cuando lo dice. A la salida me confesó algo: "No me parece bien que os llaméis Asociación de Hackers. Precisamente, hace mucho tiempo que tenía una idea similar, y me habéis robado esa idea. Yo quería crear una asociación". ¿Qué? Ni lo sabía; además qué importaba aquello. Cada uno es libre de poner en marcha sus ilusiones e ideas de la forma que quiera.
Desde aquel momento L. se convirtió en nuestro enemigo. A los pocos meses sufrimos un crackeo en la web de la AIH. Luego, otro y otro. En diferentes épocas. No dijimos nada. Pero luego nos dimos cuenta de quién estaba detrás de esos crackeos. L., cómo no; con la ayuda de un grupo, donde la única intervención de L. se limitaba a escribir una especie de "deface" donde se nos insultaba y se exponían situaciones que no venían a colación para justificar su acción. En concreto, se nos tildaba de "estafadores" por vender carnets de hackers e impartir cursos. Quienes nos conocen saben que no vendemos carnets de hackers. Sería algo totalmente absurdo y carente de toda lógica. Entregamos un carnet a los socios de la AIH, pero no para convertirlos en nada, sino para que se sientan afiliados como socios, como haría cualquier asociación. Yo, por ejemplo, pertenezco a la AIPET, y guardo un carnet de esta asociación en mi bolsillo. Además, nuestro carnet dispone de un chip smartcard que sirve para almacenar pequeños datos, como contraseñas.
En cuanto a los cursos. Pues ha sido un placer para nosotros enseñar seguridad informática, que es como siempre los hemos anunciado. Nada de cursos de hacker, sino seguridad informática, con un precio básico para cubrir costes y poco más. Si alguno supiera lo que vale alquilar un aula dotada de ordenadores en pleno centro de Barcelona, junto al Paseo de Gracia, se callaría definitivamente.
Lo cierto es que el daño ya estaba hecho. Pero no contento con el mal causado, L. probó una nueva jugada. Envío sendos correos electrónicos a Bandaancha y Barrapunto con la cabecera falsificada. Parecían provenir de mi dirección de correo electrónico. Y en ellos L. amenazaba a ambos weblogs con la LSSI en un momento crucial de esta ley. La reacción fue inmediata. Quienes no me conocían, me crucificaron en sus mensajes. Tuve que soportar todo tipo de calumnias y llamadas telefónicas anónimas. ¿Qué podía hacer? ¿Qué podía decir? Por mucho que hiciera, la comunidad under no me iba a creer. Como estoy seguro que aún sincerándome ahora, seguirán sin creer en mis palabras. Sólo Arturo Q. se atrevió a demostrar en las listas anti LSSI que el correo electrónico probablemente había sido falsificado.
En definitiva, eso fue lo que sucedió. Nunca dije nada, pero ahora ha llegado ese momento porque los excesos de L. han alcanzado extremos incontrolados. Así que no tengo de qué arrepentirme. Miento. Hay algo de lo que me arrepiento, y ya pedí disculpas en su día: de haber actuado en contra de la AI. Sigo pidiéndoles mil perdones. Creo que están haciendo una labor magnífica.
Es evidente que L. no está en sus cabales. Si alguno ha llegado a conocerle, sabrá que tiene problemas con todo el mundo, y que lo más probable es que sufra algún tipo de trastorno esquizofrénico. Cómo entender, si no, esta persecución paranoide por la AIH o por mi persona.
Lo último que digo al respecto es que L. sufrirá en sus carnes el desprecio de sus compañeros algún día. Si hay peor en el under es un confidente de la pasma, un soplón, un Judas. Muchos pensarán que lo tenemos bien empleado y hasta justificarán las acciones de L. Pero L. lo hará de nuevo cuando alguno se cruce en su camino y no le sirva para sus propósitos. Espero que la comunidad under adopte medidas, sino quiere ver cómo un infiltrado de la pasma se cuela en sus foros, IRC privados y demás, y traspasa información de un sitio a otro. El que no quiera creerme, allá él ¡Ya se lo encontrará y se acordará de estas palabras!
Pero volviendo al tema de la detención. Llegué a las dependencias de los Mossos. Cual película policíaca me despojaron de cinturón, cordones de zapatos, efectos personales... Me leyeron mis derechos y me encerraron en un calabozo toda la noche. Lejos de una declaración rápida, se trataba de minarme la moral encerrándome en una celda de dos metros cuadrados con una letrina a ras de suelo y sin papel higiénico. Un triste camastro y una manta era lo único que había. Fue una noche larguísima, donde cada dos horas se me despertaba con la excusa de ver si "todo estaba bien".
A las 11 del sábado se me tomó declaración. Expliqué algunas de las cosas que aquí estoy manifestando, más lo que sabía del caso Gencat, que apenas era nada. Poco después de la llegada de mi abogado, me soltaron sin cargos.
Como me preocupaba la trascendencia de un caso así antes los medios de comunicación, hice un trato. Ellos no dirían nada, a cambio de que yo tampoco dijera nada. Pero el trato con los Mossos fue roto por ellos a los tres días. Les faltó tiempo para colgarse la medalla de la detención de tres hackers que habían accedido a la web de la Generalitat. En mi caso, la tragedia era peor, porque yo salía retratado con nombre y apellidos, y como presidente de la AIH. ¡Aquello era terrible! Mi nombre estaba mancillado antes amigos, familiares, o en el ámbito laboral. A sabiendas de que nada tenía que ver con ese asunto, como se diría vulgarmente "he tenido que comerme el marrón de otro". Y más grave aún era que el sensacionalismo amarillista colgaba la tilde de "presidente de la AIH" para acrecentar el morbo.
Hay preguntas que formularse claro. ¿El por qué de mi arresto? ¿Qué tiene que ver el presidente de una asociación en esto? Si alguien tenía acceso a la administración de las cuentas de correo, ¿soy culpable porque desde esa cuenta de correo se enviará una nota de prensa? No me imagino al presidente de Terra arrestado, sólo porque desde Terra se enviara una nota de prensa mencionando un crackeo. Es decir, hay una justicia para pobres, y una justicia para ricos. Además, ¿son culpables el resto de socios por las acciones de un vocal? ¿Hasta qué punto era una prueba el disco duro del servidor de correo de la asociación? ¿Tenían derecho a llevárselo sin dejarnos una triste copia?
Supongo que se dará respuesta a todo cuando llegue el juicio. Mientras tanto, hay que arreglar los desperfectos del barco. Aparte de la expulsión del vocal, habrá que convocar elecciones para una nueva Junta Directiva de la AIH en septiembre. Por descontado, no voy a presentarme de nuevo. No creo que sea lo más adecuado, después de lo sucedido. Cualquiera podría pretender relacionar un supuesto delito con la asociación. Y eso no es nada bueno. Además, una nueva Junta y un nuevo presidente, dotarán de un aire fresco a la asociación, con nuevas ideas y aportaciones. Desde luego, L. siempre estará ahí, acechando como un ave de rapiña. Y supongo que elucubrando nuevas acciones contra la nueva Junta. Pero habrá que estar más atentos que nunca a lo que pueda estar planeando y, por encima de todo, seguir a flote con la cabeza bien alta.
Ya está. He expresado todo lo que quería decir. Tampoco es tanto ni tan grave. Sólo la verdad, la verdad por encima de todo. Reitero mis disculpas a todos aquellos que se hayan visto implicados en esta historia. Nunca ha sido esa mi intención, pero a veces nos vemos abocados por el destino, cuando una mosca cojonera se cruza en el camino.
Conde
---/ Socio de la AIH /---
Por si alguien quiere decirme algo, bueno o malo: conde@infohacker.org
(infohacker, en singular)
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